“Sé que lo que hago es ilegal, pero en mi opinión estoy ayudando a los refugiados“, afirmó Abu Jaafar en entrevista con la BBC.

Antes de dedicarse al tráfico de órganos, Jaafar trabajó como guardia de seguridad en un bar de Beirut, Líbano. Sin embargo su vida cambió cuando cambió al unirse a un grupo de traficantes que se aprovechan de la situación que viven muchos refugiados, en su mayoría sirios o palestinos, en el país.

En su camino para escapar de la terrible situación de guerra que azota Siria, muchas personas quedan varadas en Líbano, país en donde su gobierno restringe el apoyo a los refugiados y prácticamente tienen prohibido trabajar.

Dicha situación ha hecho que muchos de ellos acepten vender sus órganos por aproximadamente $8 000 dólares y esa es la tarea de Abu Jaafar: lograr que acepten dar una parte de su cuerpo.

“Hay que tomar en cuenta que muchos de estos refugiados podrían haber muerto en la guerra, y que vender un órgano no es nada en comparación con los horrores de la guerra“, dijo el traficante.

La realidad es que para Jafaar es muy fácil encontrar gente dispuesta a vender sus órganos por unas cuantas monedas pues muchos de ellos viven en situación de calle, en su mayoría niños que piden limosna.

En la entrevista que el traficante sostuvo con Alex Forsyth de la BBC, contó que lo que más le solicitan son riñones y también enfatizó que desconoce el destino de los órganos una vez que él los entrega pero dijo suponer que éstos son sacados del país.

“Cuando la operación está terminada los conduzco de nuevo a su casa”, explicó “luego de eso ya no me importa qué les sucede”.

A pesar de los hechos las autoridades no hacen nada pues muchos de estos refugiados no están registrados como tales ante Naciones Unidas. 

“Es la ley la que perjudica a los refugiados al negarles ayuda y no permitirles trabajar”, enfatizó el traficante. (Con información de BBC)

Fuente Aristegui