Todo comenzó con una huida masiva. Docenas de jóvenes retenidos en un abarrotado albergue estatal a las afueras de la capital de Guatemala salieron en masa por las puertas el martes por la noche. La mayoría fueron atrapados y encerrados en sus habitaciones.
El miércoles por la mañana alguien prendió fuego varias colchonetas en el sector de las mujeres, según las autoridades. Las llamas se propagaron con rapidez por dos residencias, matando al menos a 28 chicas e hiriendo a docenas más, la mayoría con quemaduras de segundo y tercer grado.
Del lugar fueron recuperados 19 cuerpos calcinados mientras que entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves a otras nueve jovencitas se les fue apagando poco a poco la vida debido a la cantidad de humo inhalado y las severas quemaduras, indicaron los hospitales General San Juan de Dios y Roosevelt, adonde habían sido llevadas para su tratamiento.
Padres angustiados escribieron los nombres de sus hijos en trozos de papel y los entregaron al personal del albergue suplicando información mientras otros acudieron a los dos hospitales y a la morgue.
Las autoridades trabajaban el jueves para identificar a las víctimas, aunque señalaron que en algunos casos serán necesarias pruebas de ADN. En el hospital Roosevelt el doctor Marco Antonio Barrientos pidió a los padres que esperaban afuera que llevaran fotografías, historiales dentales y detalles sobre tatuajes u otros rasgos distintivos.
La vendedora callejera Piedad Estrada llegó al hospital con una fotografía de su hija de 16 años. Dijo que la adolescente estaba embarazada y que llevaba nueve días en el albergue porque se había escapado de casa.
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