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ESCRITO REALIZADO POR PSICÓLOGA MICHELLE DELGADO TORRES

En la cotidianeidad de la vida compartimos espacios, ambientes, relaciones y momentos con personas conocidas, no tan conocidas, amigos, compañeros de trabajo y familiares, los cuales tienen influencia en nuestra vida y generan un impacto directo en nuestros pensamientos, emociones, comportamiento y percepción de las cosas. Además, los medios de comunicación que sintonizamos también producen su propio ruido tóxico, estamos continuamente expuestos a contenido de baja calidad que en lugar de aportar y nutrir nuestra salud mental y física, la deteriora disminuyendo nuestra calidad de vida.

Aunque existen muchos matices y opciones en cuanto a nuestra percepción del mundo, es sencillo ubicar el tipo de impacto que generan en nosotros; positivo o negativo. El impacto suele generar alteraciones a nivel físico y biológico, por ejemplo: dolor de cabeza, nauseas, problemas gastrointestinales, cansancio, desanimo, angustia, insomnio, sensación de negatividad, nerviosismo, sensación de ahogo e intranquilidad, algunas personas se muerden las uñas, presentan comezón excesiva, entre otros.

Así como las personas somos energía, los ambientes también la poseen. Nosotros somos los creadores directos de la energía que se genera en determinados espacios o lugares, sea de forma consciente o inconsciente.

«Cuando las personas sean conscientes de que son energía, se harán responsables del cuidado hacia la misma y otorgarán credibilidad al poder que posee, comenzarán a nutrirse solamente de aquellas energías que les proporcionen bienestar, salud integral, autodescubrimiento, crecimiento personal y los lleven a ver la mejor versión de sí mismos».

Las personas conscientes de su energía y el cuidado que requiere, promueven ambientes armoniosos y saludables, en donde las críticas, chismes y problemas no se convierten en «el pan de cada día», proponen temas de conversación positivos, que generen bienestar a los demás, así como actividades, tiempos y momentos de calidad. Procuran frecuentar ambientes agradables, relacionarse con personas que agreguen valor a su vida y los nutran de manera positiva, además se les puede ver haciendo cambios en sus hábitos alimenticios y su rutina diaria, todo para contribuir en su propio beneficio y gozar de bienestar.

Esto no quiere decir que deben aislarse del mundo o que ya no tendrán dificultades en la vida, pero podrán hacer frente a las situaciones de conflicto de manera eficaz, centrando su atención en su abanico de posibilidades, además estarán rodeados de una red de apoyo empática y eficiente que los guiara y apoyara para solucionar de la mejor manera posible, lo que esté sucediendo.

En este punto tal vez te preguntaras: Y si nuestra familia es tóxica ¿Qué hacemos?, ¿Tengo que evitar frecuentarlos?, Y si mi mejor amigo es una persona muy negativa ¿Me dejo de juntar con él?, ¿Cómo puedo cuidar mi energía del ruido tóxico que producen ciertos ambientes o personas?

Es esencial que aprendas a identificar cuando un ambiente, actividad o personas te llevan a experimentar negatividad y lo anteriormente mencionado. Todos estamos conectados directamente o indirectamente, influimos unos en los otros y podemos verlo reflejado en nuestro comportamiento. La mayor parte del tiempo estamos coincidiendo, compartiendo y conviviendo con pequeños mundos. Crees que sería muchísimo más benéfico para todos si nos relacionáramos de manera consciente con nuestro entorno y eligiéramos las experiencias que deseamos vivir, con esto me refiero a lo siguiente:

1. Elijo de manera consciente relacionarme saludablemente con los demás.

2. Tengo el derecho de compartir mi persona y tiempo con quien me haga experimentar bienestar.

3. Evito sentirme culpable si modero mi tiempo de convivencia con personas y ambientes que no son saludables para mí.

4. Sintonizo aquellos medios de comunicación que me proporcionan conocimiento, información útil y crecimiento.

5. Evito ver y escuchar ruido tóxico: noticias, chismes, criticas, problemas, etc. Cuido y estimulo mis sentidos con material de calidad.

6. Procuro experiencias de bienestar para mí y los que están bajo mi responsabilidad.

7. Tengo el derecho y la capacidad de decidir con quién y cómo deseo relacionarme.

8. Alimento mi cuerpo de manera saludable, creo hábitos alimenticios benéficos para mi ser.

9. Amo y respeto profundamente a mi familia, pero si mantienen un ambiente tóxico, puedo disminuir mi tiempo de convivencia y/o proponer un ambiente y dinámica diferente.

10. Soy el único responsable de mi persona, genero mi propio bienestar y me nutro saludablemente de mi entorno.

11. Los integrantes más pequeños de nuestras familias, los niños, son muy sensibles e inmediatamente perciben el tipo de energía que se encuentra en el ambiente o en las personas. Escúchalos y obsérvalos, proporciona espacios de bienestar para ellos.

12. Soy dueño y protagonista de mi propia historia, elijo de manera consciente una dinámica saludable para mi familia, generando nuestro propio bienestar.

13. Evita tomar en cuenta las críticas y juicios de los demás, cuando comiences a realizar cambios saludables en tu entorno. Tu sabes para que lo estás haciendo.

14. Es posible conservar la paz, aun cuando el ruido tóxico externo sea cada vez más fuerte. Esta en ti y cada uno de nosotros cortar de raíz la cadena.

15. Evita promover contenido tóxico, aquel que lastima, perjudica, genera enojo y malestar a nivel colectivo.

La oportunidad de generar la vida que quieres y la paz que necesitas experimentar se encuentra en cada momento de tu día. Toma una pausa y pregúntate si lo que estás pensando, haciendo, escuchando o tu manera de relacionarte con los demás, te está acercando al estilo de vida que necesitas.

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