Una fosa común con restos de bebés y niños pequeños fue descubierta en un antiguo asilo católico para huérfanos en Irlanda, informaron el viernes los investigadores del gobierno.
Se trata de la primera prueba contundente que es producto de los esfuerzos de una historiadora por conocer la suerte de casi 800 niños que perecieron en el lugar.
La Comisión sobre Hogares para Madres y Bebés, encabezada por jueces, dijo que las excavaciones en el antiguo Hogar para Madres y Bebés Bon Secours en Tuam, en el condado de Galway, hallaron una estructura subterránea dividida en 20 cámaras que contenían “cantidades significativas de restos humanos”.
El análisis de ADN de algunos restos reveló que sus edades oscilaban entre las 35 semanas de gestación y los tres años y que fueron enterrados en la década de 1950, cuando el hogar era uno de más de una decena en Irlanda que daba refugio a huérfanos, madres solteras y sus hijos. El hogar de Tuam cerró en 1961.
El hallazgo del viernes es la primera prueba contundente de sospechas que datan de varias décadas, de que la gran mayoría de los niños muertos en el lugar fueron enterrados en fosas comunes. Era una práctica común, aunque mal documentada, en instituciones católicas en medio de la elevada mortalidad infantil en la Irlanda de principios del siglo XX.
En 2014 el gobierno inició la investigación después que la historiadora local Catherine Corless halló los certificados de defunción de casi 800 niños residentes del hogar, pero el registro de entierro de uno solo.
“Todo indicaba que esta zona era una fosa común”, dijo Corless, al recordar cómo unos chicos que jugaban en el campo informaron que habían visto una pila de huesos en una cámara subterránea en la década de 1970.
La comisionada del gobierno para asuntos sobre niños, Katherine Zappone, dijo que el hallazgo del viernes era “triste y perturbador”. Prometió que se consultaría a los familiares de los niños sobre un entierro apropiado y recordaciones.
La orden de monjas Hermanas de Bon Secours, que administró el hogar hasta su cierre, dijo en un comunicado que había entregado todos sus archivos a las autoridades en 1961 y prometió colaborar con la investigación.
Corless calificó la respuesta de Bon Secours como “el disparate exasperante de siempre. Deben pedir perdón y asumir la responsabilidad por lo que sucedió”.
Dijo que las monjas deben prometer ayudar al Estado a organizar entierros con los lugares debidamente marcados para cada niño muerto una vez que se identifiquen los restos.
“Es lo menos que se puede hacer por ellos a esta altura”, afirmó.
Por SHAWN POGATCHNIK, Associated Press
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