El pasado miércoles 17, el Papa Francisco dejó suelo mexicano tras estar seis días en nuestro país en los estados de la Ciudad de México, Estado de México, Chiapas, Michoacán y Chihuahua. Esta fue la séptima visita de un Papa a México. Las primeras cinco visitas fueron por parte de Juan Pablo II en los años de 1979, 1990, 1993, 1999 y 2002 en las ciudades de Puebla, Ciudad de México, Oaxaca, Guadalajara, Monterrey, Valle de Chalco, Veracruz, Aguascalientes, San Juan de los Lagos, Durango, Chihuahua, Tuxtla Gutiérrez, Villahermosa, Zacatecas, Mérida e Izamal.
Por su parte, Benedicto XVI únicamente estuvo en las ciudades de León, Guanajuato y Silao en el 2012. A pesar de que más del 80% de los mexicanos son católicos, además de ser el país con el mayor número de creyentes en el mundo después de Brasil, tanto el Vaticano como el gobierno mexicano no mantenían lazos desde el mandato de Benito Juárez. Hasta el sexenio de Carlos Salinas de Gortari en 1992, la Santa Sede y México empezaron a tener relaciones diplomáticas.
Ciudad de México En la madrugada del 12 de febrero, el Papa Francisco junto con su comité salieron del aeropuerto internacional de Roma hacia La Habana donde fue recibido por el presidente Raúl Castro (hermano de Fidel Castro).
En Cuba, el líder de la Iglesia Católica sostuvo una histórica reunión con el líder de la Iglesia Ortodoxa el Parriarca Kiril, la primera un casi mil años de enemistad. Tanto Francisco como Kiril acordaron que católicos y ortodoxos cooperen en la defensa del cristianismo, además de fortalecer su unión. Después de este encuentro, el Papa deja la isla caribeña para dirigirse a tierras aztecas, donde arribó a las siete de la tarde en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México. Lo recibieron en el hangar el presidente de la república Enrique Peña Nieto, su esposa Angélica Rivera y cientos de fieles con música de mariachi en vivo. Como es clásico, Francisco I subió al famoso papa móvil y realizó un recorrido de aproximadamente 20 kilómetros por las calles de Circuito Interior, Río Churubusco, Viaducto Miguel Alemán y la Avenida de los Insurgentes hacia la Nunciatura Apostólica, donde se quedaría hospedado en su estancia. Al día siguiente, comenzó oficialmente su visita. En la mañana del sábado, salió de Nunciatura para dirigirse al Palacio Nacional donde se llevó a cabo la ceremonia de bienvenida como Jefe de Estado. Posteriormente, se trasladó a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México donde fue recibido por el alcalde Miguel Ángel Mancera, quién le dio las llaves de la ciudad y sostuvo una reunión con obispos.
Todos estos sucesos los había visto únicamente por televisión.
Al mismo tiempo que el Papa salía de la catedral hacia la basílica de Guadalupe donde oficiaría una misa, acababa de arribar a mi casa después de un largo día en la universidad. Dejé mis cosas e inmediatamente tome el metro Patriotismo en dirección al centro de la ciudad. Tenía contemplado bajarme en la estación Lázaro Cárdenas donde se encuentra el Eje Central, una de las calles más importantes de la Ciudad de México y que el Papa pasaría por ahí después de la misa en La Villa de regreso a la Nunciatura.
Tal fue mi sorpresa que se encontraba cerrada y me tuve que bajar en la estación Chabacano. Tras varios minutos de estar perdido en la calle, logre dar con Eje Central y decidí recorrerla completamente hasta que se aproximará el Papa. Me encontraba en medio de las colonias Obrera y Doctores, una de las más antiguas y conocidas de la capital. Seguía caminando y en las calles se podía ver a personas con ansias de ver a su Santidad, niños jugando una cascarita de fútbol, gente vendiendo recuerditos alusivos al evento y una gran cantidad de policías fatigados por estar laborando dos días sin cesar.
Cuando menos lo pensé, llegue hasta la torre latinoamericana y decidí quedarme ahí para poderlo ver. En todo ese lapso veía en la televisión de un negocio la misa en la Basílica de Guadalupe. Después de una hora, el Papa pasó por Eje Central ante una gran respuesta de la gente. En los segundos que pude verlo, me percaté que su rostro se le veía cansado por todas las actividades y viajes que había realizado. Terminando su itinerario de hoy me dirigí a mi casa para tomar una pequeña siesta porque al día siguiente sería largo.
Ecatepec
Apenas lograba conciliar el sueño cuando a las 3:30 de la mañana suena mi despertador para asistir a la misa del Papa que se celebraría en Ecatepec de Morelos en el Estado de México. Tomé un taxi junto con mis padres y tías en el Paseo de la Reforma con dirección al Centro de Estudios Superiores de Ecatepec. Vimos como último punto de referencia Indios Verdes para entrarnos a unos de los municipios más peligrosos del país. En el trayecto, podíamos observar casas que se encontraban en los cerros, un contexto muy parecido a las favelas en Brasil.
Ecatepec es una ciudad dentro de la zona metropolitana del Valle de México, que cuenta con una población de dos millones de habitantes donde abunda la pobreza, el narcotráfico, el feminicidio, desempleo, entre otros, algo característico de las ciudades que visitó Francisco como San Cristóbal de las Casas, Morelia y Ciudad Juárez. Arribamos a Ecatepec a las cinco de la mañana con una temperatura bajo cero.
Lo más sorprende fue que a pesar del frío, miles de creyentes pasaron la noche ahí. Una vez dentro del complejo veíamos personas dormidas en el suelo, gente de todas las edades que se encontraba desde un día antes y malcomidos
porque no había zonas para comer.
A las 11:30 de la mañana el Papa dio inicio a la sagrada eucaristía ante 300,000 personas. En la homilía Francisco I pidió a los creyentes no caer en las grandes tentaciones que son la riqueza la vanidad y el orgullo.
Después de la emotiva misa visitamos los atractivos de la ciudad como la Casa Morelos donde fusilaron al héroe de la Independencia José María Morelos y Pavón hace 200 años y el centro de San Cristóbal (anterior nombre del municipio). Ya en la tarde cuando la mayoría de las creyentes se habían retirado,
nos regresamos a la Ciudad de México. Los siguientes días visitó Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas, Morelia y Ciudad Juárez donde convivió con políticos, comunidades indígenas, enfermos, presos y ciudadanos. La visita del Papa Francisco I causó interés en muchos aspectos: su primer viaje a México, el primer Papa del continente americano, un Pontífice carismático y abierto que busca reformar a la iglesia católica.
Es importante es analizar el legado que deja su visita y tomar en cuenta los discursos que hizo a nuestro país. Este fue y será el primero de muchos viajes que realizará el Papa por tierras mexicana.
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