Enrique Peña Nieto pasará a la historia como el presidente de la incongruencia y la mentira.

Apenas un día después de haber aparecido en la televisión nacional anunciando que se habían acabado los gasolinazos, el precio de los combustibles aumentó un 10 por ciento en la frontera.

Se trata de una broma cruel del presidente y de una más de las burdas mentiras a que nos tiene acostumbrados.

 Esto fue sin duda un duro golpe a la economía de las familias mexicanas, en especial las que menos tienen.

Está claro que el incremento mensual al precio de la gasolina no corresponde a la Ley de la Oferta y la Demanda, sino a una estrategia gubernamental de carácter recaudatorio.

En otras palabras, los gasolinazos constituyen una farsa del gobierno federal para incrementar los impuestos de manera disfrazada.

En otros países donde el precio de la gasolina responde a las fuerzas del mercado, es común que los consumidores se beneficien cuando la cotización del petróleo se encuentra a la baja. En México ocurre todo lo contrario.

Cifras de Petróleos Mexicanos revelan que el costo de la gasolina Magna casi se ha duplicado en los últimos nueve años.

En efecto, el primero de enero de 2007 en que se puso en marcha la política de deslizamiento gradual del precio de los combustibles, el litro de gasolina Magna costaba 7 pesos, en tanto que al día se hoy se cotiza a 13.16 pesos.

En comparación, en San Diego el precio de la misma gasolina es de 11 pesos por litro, lo que significa que aquí es 20 por ciento más cara.

En 2008, el propietario de un automóvil popular podía llenar su tanque de 50 litros con 385 pesos. Hoy, contando el último incremento al precio de los combustibles, el mismo tanque se llena con 658 pesos.

Si de por sí las consecuencias de estos incrementos son un duro golpe a la economía popular, más nos irrita el cinismo del presidente de la república.

¿Será posible que nuestro país pueda ser gobernado algún día por un presidente serio, honesto y responsable?