Montículos de tierra o arena, así se le conoce a Tlatelolco. Los aztecas la fundaron en 1338 solamente trece años después de Tenochtitlán, con la finalidad de habitar en los islotes de la zona al norte de la capital mexica. En esa época se convirtió en un sitio importante que se basaba principalmente en el comercio.
Durante la conquista española, Hernán Cortés derrotó a los aztecas en Tlatelolco el 13 de agosto de 1521, e hicieron prisionero a Cuauhtémoc quien fuera el último Huey Tlatoani (gobernante) del imperio. Se estima que ese día fueron asesinados más de 40,000 indígenas.
Durante la época colonial se fundó el Colegio de Santa Cruz de Santiago Tlatelolco, la primera institución de educación superior en América. Dentro del colegio se construyó la Iglesia y el Convento de Santiago. Pasaron más de 400 años para que Tlatelolco volviera ser protagonista en la historia mexicana.
A mediados del siglo XX, México vivía una época de progreso económico al que se le denominó el «Milagro mexicano», que inició en 1954 hasta 1970. Este acontecimiento permitió que el país se modernizará en todos los aspectos. En el gobierno de Adolfo López Mateos dio inició en 1960 a la construcción del Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, un complejo habitacional que modernizó la zona centro del Distrito Federal. Dentro del conjunto, se encuentra actualmente la Plaza de las Tres Culturas, llamada así ya que se encuentra edificaciones de tres épocas distintas dentro de la plaza (prehispánica, colonial y contemporánea), es el sitio más representativo del Tlatelolco.
Siete años después de su construcción, se firmó el Tratado de Tlatelolco en 1967. Este tratado internacional impulsado por Alfonso García Robles, estableció la prohibición de armas nucleares en América Latina y el Caribe. Esto le valió a García Robles el Premio Nobel de la Paz en 1982.
Otro acontecimiento importante fue en el terremoto de 1985. Tlatelolco fue de las zonas más afectadas por el sismo. Se derrumbó la mayoría del edificio Nuevo León que en ella se encontraban cuatro familiares del famoso tenor español Plácido Domingo, que a la postre los encontraron sin vida. Fue uno de los personajes célebres que colaboró insaciablemente en la búsqueda de vidas humanas.
A pesar de todos esos sucesos, Tlatelolco es conocido por un hecho lamentable a finales de los años sesenta que todavía es recordado principalmente por la juventud mexicana: el Movimiento Estudiantil del 68.
La matanza de Tlatelolco
Aunque México estaba prosperando económicamente desde 1954 gracias al Milagro Mexicano, había muchas diferencias sociales. Sumándole el autoritarismo por parte de los gobernantes y la falta de servicios médicos y escolares, surgió el descontento de la población. Varias escuelas entran a paro laboral en julio de 1968, liderados principalmente por la UNAM y el Instituto Politécnico Nacional (IPN).
Entre los meses de julio y agosto se crea el Consejo Nacional de Huelga con el objetivo de organizar las protestas estudiantiles. En esos días las escuelas participantes marchaban en el centro de la Ciudad de México. Para septiembre se llevó a cabo La Marcha del Silencio, donde todos los manifestantes marcharon con pañuelos en la boca, también el arresto de numerosos estudiantes, y la invasión del ejército a las instalaciones de la UNAM y del IPN hasta el primero de octubre.
Un día después de la retirada del ejército, en la tarde del 2 de octubre, miles de personas se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. A diez días de la inauguración de los Juegos Olímpicos de México 68, el gobierno mexicano tenía miedo que estas manifestaciones se intensificarán y que dejarán una mala imagen a nivel mundial. Otro temor rondaba que los estudiantes tomarán la Torre de la Secretaria de Relaciones Exteriores que se encontraba a lado de la plaza.
Como consecuente, el ejército custodiando la zona lanza bengalas para dar señal a sus integrantes de abrir fuego hacia los estudiantes. Con la ayuda del Batallón Olimpia, grupo paramilitar encargado de la seguridad de los Juegos Olímpicos (sus integrantes iban vestidos de civiles, portando un guante o pañuelo blanco en la mano izquierda para no ser confundidos como manifestantes), se encontraban ubicados en los edificios aledaños a la plaza disparando hacia la multitud. El gobierno quiso engañar a la gente que los civiles (Batallón Olimpia) atacaron al ejército, y ellos como sinónimo de defensa, respondieron de la misma forma.
Una vez dispersados, los estudiantes intentaron escapar y ocultarse en los edificios de Tlatelolco para no ser arrestados. No todos corrieron con la misma suerte. Tanto el ejército, como el Batallón Olimpia y la policía ingresaban a cada edificio de la zona para detener a los manifestantes. A los arrestados los trasladaban al Campo Militar No. 1 y al Palacio Negro de Lecumberri, donde eran humillados, torturados y asesinados.
Lo más sorprendente de esto fue que el crimen quedó impune. Ningún policía, miembro del ejército o político, fue arrestado y llevado a juicio. Se censuró todo tipo de información referente a esto. Los cadáveres que se encontraban en la Plaza de las Tres Culturas fueron removidos e incinerados. Descaradamente el día que inauguraron los Juegos Olímpicos en México, el Presidente Gustavo Díaz Ordaz bautizó el evento como los “Juegos de la Paz”. El gobierno dijo que hubo 20 muertos, pero diversas fuentes mencionan que la cifra ronda entre los 200 y 1,500 fallecidos.
Hoy se cumplen 47 años de la masacre. El gobierno quiso ocultar lo sucedido, pero como se puede olvidar el dolor de las madres que perdieron a sus hijos, la angustia de las personas que fueron desaparecidas y que nunca se supo de sus paraderos, el rostro de los maestros al ver vacíos los pupitres en las aulas, la pérdida de un amigo, la impunidad del hecho, las mismas represiones estudiantiles en años posteriores como la Masacre del Jueves Corpus Christi en 1971, y los Normalistas de Ayotzinapa que recientemente se cumplió un año de lo sucedido. Porque lo que pasó el 2 de octubre de 1968, “NO SE OLVIDA”.
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