Las mujeres y el 8M
1917, la Primera Guerra Mundial contaba ya con varios meses de conflicto armado, mientras tanto en Rusia, se gestaba una movilización multitudinaria de mujeres que exigían al Zar Nicolás II el regreso de la paz y el pan a los hogares del imperio, detonando así el inicio de la Revolución. No era la primera ocasión en la historia, que las mujeres demandaban públicamente el justo papel que les correspondía dentro de la sociedad. Fue dentro de la primera convención por los derechos de las mujeres, realizada en el año de 1848 en el poblado de Seneca Falls, Nueva York, Estados Unidos, que Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott alzaron la voz para reclamar una serie de derechos civiles elementales para las mujeres.
Fueron las guerras mundiales, las que incentivaron la participación activa de decenas de mujeres, desempeñando empleos no tradicionales para la época, mientras los hombres eran dirigidos a los frentes de batalla. Lograda ya la paz, en la sesión inaugural de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1946, Eleanor Roosevelt hizo pública la “carta abierta a las mujeres del mundo”, animándolas a aumentar su participación en los asuntos nacionales e internacionales.
Los años 1900 fueron testigos fieles del movimiento feminista, por medio de la petición del derecho al voto, mejores condiciones de trabajo y la igualdad entre los sexos. Para el caso de México, el voto sería concedido tardíamente en 1953. Los movimientos obreros de finales del siglo XIX y principio del XX, permitieron a las mujeres, visibilizar sus consignas. Por ejemplo, el 8 de marzo de 1908 la Liga Sindical Femenina estadounidense, celebró por vez primera el Día de la Mujer, incluyéndose dentro de la agenda sindical año con año, oficializándose por las Naciones Unidas hasta 1975.
Dos mujeres y su compromiso con la historia
Para la disciplina histórica, regularmente el estudio de los hechos se centra en los héroes y en los autores, dejando de lado a quienes de igual modo, empeñan en su trabajo el compromiso por la conciencia histórica y la defensa del patrimonio. Por ello, sirvan estas líneas para expresar mi gratitud, a dos mujeres valiosísimas que dentro de la profesión representan un parteaguas:
Leticia Bibiana Guerrero Santiago (DEP). De voz suave y mirada dulce, experta en la investigación histórica utilizando como base la entrevista -conocida como historia oral-. Con su tenacidad, logró publicar uno de los libros que, a mi parecer, es el más completo que se ha escrito con rigor científico sobre la evolución histórica de Tecate. La gente al pie del Cuchumá, es el registro de cientos de memorias que estaban a punto de perderse en los laberintos del tiempo, pero que Bibiana, supo agrupar para contar el relato fundacional de la identidad tecatense desde el tiempo prehispánico y hasta la configuración del espacio contemporáneo alrededor de los años 50 del siglo XX. Esta obra, no solo es básica para el estudio de nuestro municipio, sino que representa una obra de referencia obligada por su importancia y vigencia.
María Guadalupe Álvarez Sánchez, ha sabido reunir dentro de su gran experiencia el amor incondicional por la docencia, la promoción cultural en el contexto fronterizo y el rescate de la historia en cualquiera de sus vertientes; etnohistoria, gastronomía, indigenismo, lenguas nativas, turismo cultural, entre otras, generando proyectos de salvaguarda de la memoria de las y los tecatenses mediante el registro audiográfico del Archivo de la palabra, que contiene las vivencias de esa generación de tecatenses que poco a poco han alcanzado ya la inmortalidad. Así mismo, ha hecho propias las luchas por la protección del patrimonio cultural material e inmaterial en la esfera local y regional, convirtiéndose en una aguerrida defensora de la ley y el derecho de quienes aquí vivimos para conocer los elementos que dan como resultado nuestra identidad.
Este día no es una celebración que merezca felicitaciones. La lucha que hoy se conmemora invita a la reflexión que nos lleve a reivindicar el largo proceso de cientos de miles de mujeres que, al paso de los años, han dejado huella en el legado universal en el reconocimiento de los derechos humanos para todas las mujeres en todo el mundo. No puede existir una felicitación, mientras existan tareas pendientes en la deconstrucción de las mentalidades y las costumbres, el reconocimiento de los derechos fundamentales para el buen desarrollo de la vida pública y privada de las mujeres así como para su empoderamiento, mientras las políticas públicas de los gobiernos en cualquiera de sus esferas y latitudes, así como las leyes generales, no incluyan las demandas de seguridad, respeto y diversidad para quienes hoy dentro de la sociedad tienen un papel de vital importancia en la escritura de la historia de nuestros pueblos; Ellas.
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