Tecate es un cofre lleno de tesoros listos para ser descubiertos. En mi profesión como historiador -al paso del tiempo y en más de una ocasión- he tenido la oportunidad de acceder a información que permaneció oculta por años, esperando pacientemente para ver nuevamente la luz del presente. Aunque no lo creamos, nuestra ciudad ha sido escenario de múltiples historias, leyendas, anécdotas, recuerdos y vivencias que se registraron ya en la memoria del corazón de sus habitantes. Para quienes piensan que aquí no contamos con un pasado repleto de anécdotas, están en un error. Pero, para llegar a disfrutar de estos relatos, es necesario partir de un punto en común y responder a una pregunta ¿qué es Tecate? A continuación, propongo mi respuesta:

 

Al remontarnos al pasado prehispánico, existe evidencia del paso del grupo indígena Kumiai, quienes al ser semi nómadas, dejaron huella de su estancia en morteros tallados en la roca, la alfarería primitiva y mediante la pintura rupestre, presente en varias zonas del municipio, particularmente en abrigos rocosos cercanos al encino y la bellota, base de su alimentación en esta región montañosa.

 

En el siglo XVIII, expulsados los jesuitas de todos los dominios de la corona española, serían los franciscanos, quienes se ocuparían de las misiones de la península, extendiéndose hacia el norte, en la Alta California. A partir de ese momento, Tecate se ubicó dentro de la jurisdicción de la Misión de San Diego de Alcalá (actualmente San Diego, California) erigida por Fray Junípero Serra.

 

Consumada la Independencia, el congreso mexicano, procedió a otorgar las antiguas tierras misionales a particulares; estas medidas fueron impulsadas durante la primera reforma liberal de Valentín Gómez Farías. A partir de ese momento, esta zona inició con un lento proceso de poblamiento, que se vería consolidado durante el Porfiriato, cuando este asentamiento, se convirtió en la Colonia Agrícola de Tecate.

 

Al paso de los años se consolidó una comunidad bien identificada, que se ocupó de la construcción de los espacios públicos, de lo que hoy en día se denomina Centro tradicional. Estos sitios, se han vinculado desde mediados del siglo XIX con la zona rural, en donde se han desarrollado primordialmente actividades agrícolas relacionadas con la producción y cultivo de la uva, el olivo y con la ganadería; sectores que le han dado identidad a la región tecatense. Esta configuración permitió que existiera un espacio socialmente compartido, en los puntos de reunión como es el caso del templo local, la plaza central y la antigua estación del ferrocarril.

 

¿Cómo podemos dividir la historia de Tecate?

 

Dentro de nuestra historia, se pueden identificar al menos, tres procesos de configuración del espacio urbano; el primero de ellos se encuentra alrededor de la segunda mitad del siglo XIX, entre 1833 y 1900, momento en el que, se establecen ranchos dispersos en lo que hoy en día es la zona centro.

 

La segunda etapa va de 1919 a 1933, momento de aplicación de la Ley seca estadounidense, en la que se prohibió el consumo y la distribución de bebidas con graduación alcohólica en la unión americana, situación que generó, durante estos años, una intensa actividad comercial en la Avenida Libertad (actualmente Miguel Hidalgo), ahí se establecieron salones de baile, cantinas, hoteles y salas de juego, que ofrecían a los turistas extranjeros las diversiones que en su país habían quedado vetadas; el box, las apuestas y consumo de whisky. En esta segunda época, el comercio y las casas habitación se concentraron en lo que hoy en día es la parte sur del área Pueblo Mágico; casonas y edificios de madera y adobe al estilo del viejo oeste, que terminarían desapareciendo con el tiempo.

 

En el tercer momento, el desarrollo urbano, se produjo alrededor del Jardín Miguel Hidalgo, a partir de 1954, cuando Tecate adquirió la categoría de municipio, en virtud de que el Territorio Norte de la Baja California, se convirtió en la entidad federativa número 29 de la república mexicana.  

 

 

¿Qué esperar?

 

Brevemente, observamos como el desarrollo histórico de este Tecate al que queremos tanto, fue conformando su identidad. Estas líneas, buscarán semana tras semana, compartir todos esos tesoros que pasan desapercibidos frente a nuestros ojos en la cotidianidad de los días. Este paréntesis espiritual pues, habla de esas anécdotas y relatos que escuchamos de nuestros abuelos, que percibimos como propias y siguen vivos en esa memoria que difícilmente se borra y que tiene origen en la ciudad en la que muchos de nosotros nacimos y crecimos y que en lo personal, considero, es la capital del mundo y sucursal del cielo… Tecate.