JORGE HANK RHON VE EN SUS 21 HIJOS UN MILAGRO, POR ESO DICE SER “UN HOMBRE SUMAMENTE BENDECIDO”
MILENIO. – Jorge Hank Rhon (Toluca, 1956) ve en cada uno de sus 21 hijos un milagro, por eso dice ser “un hombre sumamente bendecido” y, por si fuera poco, durante el transcurso de estas semanas se convertirá nuevamente en padre de gemelos: “Ninguno me ha salido feo”, presume.
Contrario a los mitos de excesos, dispendio y soberbia que giran en torno a su personalidad, Hank Rhon se define como un hombre hogareño, de pocos amigos y escasa vida social.
Eso sí, es amante de su mujer, las canciones y los dichos mexicanos; su debilidad es la comida y su vicio los animales, este último que lo motivó a crear la raza Calupoh, una cruza entre perro y lobo.
El máximo empresario de casinos en México se considera un “derrochador de felicidad” a través de sus centros Caliente: “Busco que la gente se divierta y se olvide de sus problemas”.
También asegura que su estirpe goza de una “buena estrella” que, aunado a su paciencia de “cazador”, le hace conseguir los objetivos que se propone y “hasta me funcionen”.
Su oficina está en un viejo edificio de dos niveles, en la que decenas de xoloitzcuintles van y vienen libremente; su escritorio se ve repleto de obsequios, donde hay desde un bolígrafo Mont Blanc con sus iniciales, hasta un destapador: “Lo tengo aquí para que la gente vea que aprecio sus detalles”.
Cuando buscas su nombre en internet, aparecen cientos de notas, artículos y opiniones, pero ¿quién es Jorge Hank Rhon en sus propias palabras? No me lo creen, pero soy hogareño, me encantan los niños, mi familia; soy amante eterno de mi mujer, del amor; siempre he pensado que no hay cosa más importante que la familia.
No elegí muy bien a mi primera y segunda mujer, nos falló y no pegó, no cuajó. Mi tercera mujer, que en paz descanse, se tuvo que ir…me dejó por otro más hombre que yo, sin duda es más hombre el de allá arriba (Dios).
Estoy recién casado, voy para el año al lado de una mujer maravillosa quien, además, me dio la sorpresa de que a mis tempranos 63 años voy a tener gemelitos, dos hombrecitos que espero que lleguen en estas semanas.
Mi mujer me mima y me consiente como no tienes una idea, soy muy feliz. Ese es quien soy realmente, si no es con mi familia, con mis animales. Al principio era un gusto y ahora ya es un vicio, ya no puedo vivir sin ellos. También me gusta mucho hacer amigos, tengo pocos en verdad, tres o cuatro, los veo con frecuencia, con ellos son con los que hago convivencia social porque soy antisocial.
¿Qué es lo más difícil de ser Jorge Hank Rhon?
Tratar de explicarlo, así de fácil. La vida ha sido generosa conmigo, he sido demasiado afortunado. La vida, Dios, hacen el ojo chiquito cuando hago alguna travesura porque siempre me ha ido rebién, y realmente difícil no he tenido nada.
Obviamente la muerte de mi padre, de mi hermano, de mi esposa que en paz descansen. Fuera de eso, veo la vida con mucha felicidad y sabedor de eso digo: si tengo tanta, por qué no la reparto, entonces me gusta repartir felicidad.
En su casa, cuando deja de ser empresario, ¿qué es lo que le gusta hacer?
Estar con mi mujer, acostarme; ver televisión, la vista ya no es como la de hace 50 años, entonces me cansa leer, reduzco un poco la lectura en la oficina.
¿Cocina?
¡No!, me gusta comer, el cuerpecito que tengo no es de gratis, pero cocinar, no. Con mi esposa llevo menos de un año, tiene 28 y apenas le llevo 30 y feria. Me decía: «¿A poco no sabes cocinar?» Y le respondía: “Si tengo que hervir el agua para cocer un huevo, se me quema el agua”… nunca he hecho nada, a lo mejor una vez hice un sándwich.
Dice ser afortunado, ¿cuáles son los momentos de su vida en que la suerte le sonrió?
Primero, la familia. Desde mis padres, tuve papá, mamá y hermanos que me quieren mucho. Actualmente tengo 21 hijos y ninguno me salió tonto, loco, o feo. Esa es una fortuna, cada hijo es un milagro de la vida y a mí me bendijeron con 21 y espero me bendiga con el 22 y el 23 en un mes.
Segundo, la oportunidad de trabajar y de crecer. Me acuerdo que cuando llegué a Tijuana, hace 34 años, me preguntaban: «¿La carga del profesor Hank no es muy pesada para usted? Les decía que no sabía cómo se sentía, que lo veía desde otro nivel, ¿de cómo se siente un capitán de un barco camaronero contra uno de un carguero? El carguero es grandote, tiene un maquinón bruto y atraviesa los océanos como si nada, y un camaronero la va librando. Entonces yo siento que traigo un carguero: mi padre, mi madre, mi herencia de valores me empuja siempre y por eso se me ha hecho fácil y alegre la vida.
Tercero, mi padre, que no descansa en paz porque aquí lo traigo y le doy más lata que antes, siempre me dijo que los Hank tenemos una estrellota, no es la suerte. Dicen que la buena suerte la inventan los pusilánimes y la mala suerte los culpables. Tengo una estrellota que siempre me cuida y las cosas se me van acomodando. Tengo una familia padre.
Trabajo en un negocio que hasta conmigo funciona, es padrísimo, crece, me va muy bien.
¿Qué es lo que más recuerda de su padre?
Todo, su figura, su ternura, su calidez, su carisma. Era maravilloso ver entrar a mi padre a un lugar y que todos de la nada se pusieran de pie. Se sentía eso, la calidez.
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