Para Bernardo Esquivel y Doña Mode no es una barrera seguir trabajando después de los 65 años de edad. En vez de gozar de una cómoda jubilación, prefieren seguir activos laboralmente.
Por: Sebastián Aceves
Cabello canoso, nariz aguileña y arrugas en su rostro, vestido con sueter entre morado y café con un bata de color a cuadros verde azul oscura, siempre esconde entre sus labios una sonrisa. A pesar de las comodidades de una persona pensionada, quien puede aprovechar los lujos de sus prestaciones de su edad, donde su única preocupación sería el bienestar de su familia. Bernardo no le gusta estar quieto: ¨Es un privilegio. Para mí vivir y tener fe es un privilegio. Pero ya pronto se acabará seguramente con mi muerte¨, afirmó.
Bernardo tiene 85 años y sigue trabajando como abogado para Banamex desde su casa. Se jubiló después de 32 años laborando con la empresa, aunque un día después lo contrataron como abogado externo. Tres veces a la semana viene un colega suyo quien fuera su exalumno hace unos ayeres para ayudarle con los asuntos jurídicos. Su escritorio está lleno de libros, documentos, pedazos de periódicos y una edición especial de la Revista Proceso sobre las entrevistas más famosas que hizo Julio Scherer en su larga trayectoria periodística. A su costado está un pequeño busto de Mozart con discos que tocaba en la Casa Ópera de Viena. Entre sus años laborando con Banamex suman 57 años de profesión. Más de los años de matrimonio con su pareja, quienes hace unos años celebraron sus bodas de oro.
De acuerdo con el INEGI, la población de la tercera edad representaba en 2016, el 8.6% de la población en México. De los cuales, el 33.8% son activos económicamente y cerca del 38% percibe de un salario por su trabajo. La falta de oportunidades hacia las personas de la tercera edad o salarios mal remunerados. Bernardo hace mirada de extrañeza cuando le pregunto del tema. Aunque se considera una persona afortunada, cree que el privilegio de seguir trabajando para una empresa importante radica que la gente con la que relaciones diariamente en el área laboral valore tu desempeño: ¨Siempre ha sido así. En mi caso personal, el banco nos dio el trabajo después de jubilarnos a mí y a otras tres personas. Mis amigos, incluso nos seguimos reuniendo todos. Pero les quitaron la chamba por la calidad de su trabajo. Yo creo que por eso sigo ahí¨.
Bernardo es originario de un pueblo de Michoacán llamado Puruándiro a 10 kilómetros de Guanajuato. Su padre era médico y su madre murió cuando tenía 5 años de edad. Tuvo 9 hermanos del fruto entre sus padres y otros tres con el segundo matrimonio de su papá. Persiguiendo su sueño de estudiar en Europa en la rama de humanidades, se mudó a la Ciudad de México con tan solo 19 años. Sin embargo, su planes se truncaron tras problemas burocráticos. Ahora buscando una nueva universidad para continuar sus estudios, las leyes llegaron de sorpresa a su vida: ¨Me metí a la Escuela Libre de Derecho Yo tenía una formación humanista, muy sólida. Esto para mí, era hacerlo hasta dormido. Muchos de los temas ya lo sabía. Me inscribí. Durante el primer año estuve en un juzgado civil como aprendiz sin percibir sueldo. Hice mi tesis en tres meses y me dieron dos revisores que eran maestros de la Libre. En ese momento, uno de ellos era era el director jurídico de la Escuela de Derecho de La Salle y el otro era el director jurídico de Banamex. El director de la Salle me regresó mi tesis a los 8 días. Fue aprobada. Y el director jurídico del banco me traía las vueltas. Estaba muy ocupado por sus viajes y casi pedía cambio de revisión. Finalmente tuve cita con él. Lo primero que me dijo fue que si no me venía a trabajar con él. Ingresar al jurídico no era fácil. Ni mucho menos ahorita. E inicié un día después de que me recibiera¨, cuenta con orgullo del producto de la casualidad.
Otra pasión de Bernardo era dar clases a los jóvenes estudiantes. ¨Dí clases de derecho bancario, civil, financiero, bursátil, bancario, en más de 10 universidades aquí del D.F. como La Salle, Ibero, Panamericana, Anáhuac el Tecnológico, la Libre de Derecho, Tepeyac, de las que me acuerdo¨. Hace tres años dejó de dar clases porque me afirmaba que le correspondía impartir cátedra a las futuras generaciones.
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Queso Oaxaca
Es un martes a las cuatro y media de la mañana. Doña Mode se despierta para tener todos los guisos listos. Ordena la cama, limpia y arregla de los todos pendientes antes de salir de su casa, ubicado el municipio de Tlalnepantla, Estado de México. Una hora después sale junto con su yerno que la acompaña a trabajar, junto con otras dos mujeres que cocinan. Siete y cuarto, la patrona llega a su área de trabajo, la Universidad Iberoamericana. Durante los siguientes 75 minutos prepararon toda el área de comida para sus comensales degusten de unas ricas quesadillas.
El negocio que funge como un puesto de comida callejero dentro de una universidad privada. Se ha vuelta una tradición dentro de la comunidad. Estudiantes, empleados, profesores y alguno que otro colado piden entre quesadillas, pambazos y gorditas. Ella no quita un ojo de encima. Desmenuza queso Oaxaca entre sus pequeñas y arrugadas manos, la imagen que la mayoría capta que queda grabada en el recuerdo. Pocas veces se levanta para dar indicaciones y preparar la masa de las tortilla. Cuando hay poco trabajo, se da el lujo de platicar con los clientes.
Modesta Pérez López, popularmente conocida en la Ibero como Doña Mode, se mudó con una tía a los 16 años a la Ciudad de México para poder continuar con sus estudios. Sin embargo, empezó hace 42 años en el negocio de la gastronomía ante la necesidad para subsistir dentro de la gran urbe. ¨Aprendí a preparar quesadillas tanto fritas como asadas, gracias a una vecina que vendía cerca de mi tía. Era muy observadora¨, menciona. En la calle Joaquín Gallo que son rodeados por los coporativos de Santa Fe, estableció su pequeño negocio. Llegaban personas con corbata, empleados domésticos e inclusos estudiantes cuando la universidad no contaba con áreas de comida. Fue hasta 1988 cuando Doña Mode, a través del comité del sindicato de trabajadores de dicha casa de estudio, comenzó a vender quesadillas.
Actualmente la originaria de Metztitlán, Hidalgo es una personaje popular e icónica dentro la Ibero. Ella ha alimentado a muchas generaciones que probadita alguna quesadilla de mole, flor de calabaza, requesón, tinga, prensado (la más pedida), entre sus casi 20 guisos. ¨Sigo en la Ibero por la gratitud de los estudiantes principalmente. Me han tratado muy bien en todos estos años. Yo los trato como si fueran mis nietos¨, dice mientras sigue desmenuzando el queso Oaxaca.
Son las tres y media de la tarde. Doña Mode y sus empleados dejan de cocinar. Limpian y dejan todo listo para volver mañana temprano a las ocho y media. Casi siete horas de trabajo consecutivo. Pero sus 72 años no la detienen. Casada y madre de cuatro hijas con una vida cómodo, están muy lejos de aquella joven que dejó su pueblo y emprendió un aventura para conseguir una mejor calidad de vida, ahora puede sentirse satisfecha de sus logros. ¨Me siento una persona afortunada. Lo que inició como una necesidad, hoy es un gusto. Cada vez se me hace más pesado seguir con esta rutina. Algún día terminarᨠcuenta.
Finalmente, empacan todo en su coche y solamente dos horas de camino separan a Doña Mode de su hogar. Una vez llegando, no descansa. Verifica junto con otra empleada si todos los guisos están listos para darle de comer a casi 150 personas de lunes a viernes. Los fines de semana va al mercado. Si llega a tener tiempo libre los pasa en compañía de esposo que los ha mantenido unidos por 52 años.
Así es su rutina diaria. El descanso no es una palabra que está dentro de su vocabulario. ¨Jamás he parado. Quiero seguir trabajando porque me mantiene activa. Yo trabajo por amor, pasión y que me esfuerzo sea reconocido. Todo lo que he ahorrado lo invertí en salud y viajes. No tiene precio cuando gastas tu dinero en experiencias que valen la pena¨ dice. Mañana será otro día. Otra oportunidad para ver el queso Oaxaca desmenuzado.
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