Cuando los bomberos apagaron las llamas que consumían una camioneta en la fronteriza ciudad de Tijuana encontraron adentro a tres personas muertas. No distinguieron si eran hombres o mujeres porque se calcinaron en el incendio, causado a propósito en la orilla de un bulevar.

Más tarde esa noche, la Policía atendió el asesinato a balazos de tres hombres dentro de una casa en una calle que lleva por nombre Código Penal; después, la muerte de dos personas a las que prendieron fuego en una banqueta del otro lado de la ciudad, cerca de la valla que la separa de Estados Unidos.

En total, 15 personas murieron asesinadas en 10 episodios distintos la noche del 20 de septiembre y madrugada del 21 en la urbe del estado de Baja California conocida como “La puerta de México”, incluida una mujer que abandonaron en una bolsa de plástico en una avenida.

Una disputa entre los dos principales cárteles de la droga mexicanos por controlar las calles convirtió a Tijuana en la ciudad con más asesinatos en México durante este 2017, coincidieron distintas voces consultadas por Xinhua.

Ubicada en la esquina noroeste del país, la ciudad con 1.8 millones de habitantes que hace frontera con el condado de San Diego, California, acumuló  mil 467 homicidios de enero a octubre de este año, señalan cifras de la Procuraduría estatal.

Las estadísticas a nivel nacional, que el Gobierno federal recopila muestran que ninguna otra ciudad se acerca a ese número de asesinatos. El sureño balneario de Acapulco, considerado por largo tiempo el peor foco rojo de violencia en el país, tuvo la mitad de casos en el mismo lapso.

La ola violenta en Tijuana despuntó a partir de 2016, cuando se sumaron 919 muertes, que significaron un salto de 36.3 por ciento con respecto al año previo y la cifra más alta, al menos, desde que hace una década se desató la llamada lucha contra el narcotráfico en el país.

Solís explicó que la mayoría de las víctimas de esta disputa son quienes engrosan las filas de los dos cárteles, como vendedores de droga, distribuidores y pistoleros que cuidan territorios o eliminan rivales.

La pugna se centra en controlar los 2 mil puntos de venta de droga esparcidos en barrios de los cuatro puntos cardinales de la ciudad levantada sobre mesetas y cerros, donde las dosis de la metanfetamina cristal se ofrecen en sólo 50 pesos, expuso.

El Cártel Jalisco Nueva Generación ha crecido desde que surgió en 2010 en el oeste del país, entonces como un aliado del cártel de Sinaloa, y actualmente es el que tiene presencia en un mayor número de estados, reveló a mediados de este año la fiscalía mexicana.

Del otro lado, el Cártel de Sinaloa que el capo Joaquín “El Chapo” Guzmán dirigió hasta su captura y extradición a Estados Unidos, en enero pasado, domina la mayor parte de la frontera norte del país desde hace una década tras arrebatar porciones a distintas organizaciones, incluida Tijuana.

La pugna entre las huestes de ambos cárteles se realiza a través de crímenes en los sectores en disputa, como los ocurridos en la larga jornada de septiembre pasado, sin que se desaten tiroteos entre los grupos o con las fuerzas del orden.

De las víctimas poco se sabe, pero las autoridades sospechan que se trata de personas de otras ciudades que los cárteles llevaron a Tijuana, señaló el dirigente del organismo ciudadano que coadyuva con la Policía y fiscalía del estado.

Un alto funcionario de la Policía Federal comentó a Xinhua, bajo condición de anonimato, que también observan un intento de expansión del CJNG en Tijuana detrás del aumento de muertes.

La confrontación ha resultado más violenta en cifras que cuando los hombres de “El Chapo” irrumpieron en 2007 para desbancar al cártel de los Arellano Félix, que controlaba el tráfico de drogas en esa frontera desde el siglo pasado, dando pie a una disputa que duró tres años.

“El Cártel de Sinaloa duró años imperando y años de actividades criminales no los acabas de la noche a la mañana” , advirtió Solís, del Comité Ciudadano de Tijuana.

La Policía Federal aumentó su despliegue en la ciudad ante la situación, sin embargo hace falta que las agencias federales arresten a los líderes de los cárteles que orquestan la confrontación a distancia, enfatizó Hernández.

Aseguró que la violencia no ha dañado el clima de negocios en la ciudad ni tampoco tocado a la ciudadanía ajena al crimen, a diferencia de la pugna de hace una década cuando los narcotraficantes sostenían constantes tiroteos en las calles y se financiaban cometiendo secuestros.

Por su parte, Solís urgió a las autoridades a que contrarresten el crecimiento del número de personas adictas en la ciudad, muchas de las cuales dijo que se inician en las drogas tras enrolarse en las mil 500 pandillas que están en las calles.

La Policía de Tijuana señaló en octubre que llevaba 6 mil presuntos delincuentes detenidos durante el año y que sus oficiales habían asegurado 717 armas de fuego, mientras que la Secretaría de Seguridad Pública estatal reportó el mismo mes que había sacado 80 millones de dosis de droga de las calles del estado.

El presidente del Observatorio Nacional Ciudadano, Francisco Rivas, advirtió que los gobiernos estatal y local se han quedado cortos para impedir la inseguridad en una ciudad con la complejidad de Tijuana, que por su vecindad con Estados Unidos es históricamente un punto de contrabando de drogas.

Las Policías tienen que robustecerse para combatir el tráfico de armas porque es la gasolina de la violencia, pero también deben golpear las fianzas de los cárteles, expuso el responsable de la organización civil que analiza información delictiva e impulsa políticas públicas.

“No es ningún consuelo que los delincuentes se maten entre ellos porque si se matan entre ellos quiere decir que quien controla el territorio son los delincuentes, no el Estado”, subrayó Rivas.

 

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