Por Marlene Rojas
Coach en hábitos alimenticios
Los siguientes ingredientes que mencionaré a continuación es probable que los encuentres en tu cocina, pues son comestibles y además te ayudarán a cuidar tu piel de una manera más natural.
La sal de mar fina es especialmente buena para el acné y los tratamientos exprés durante erupciones. Se puede usar en el rostro o en el cuerpo; limpia a profundidad, elimina las células muertas, combate la retención de líquidos, equilibra la humectación, extrae toxinas de los poros y relajan los músculos. La mayoría de las salas de mar tienen un alto contenido de magnesio, calcio y bromo. La forma más sencilla de usar este ingrediente es humedecer tu piel, ponerte un poco en la mano húmeda (para que se adhiera) y luego darte palmaditas suaves en la piel. Puedes dejarte la sal unos cuantos minutos o enjuagarte de inmediato. Sólo asegúrate de no frotar tu piel con demasiada fuerza, pues la sal puede ser muy abrasiva.
El vinagre de manzana es el mejor astringente de la naturaleza, pues ayuda a equilibrar el pH de la piel, lo que la hace tanto menos grasa como menos seca. Además, promueve la circulación sanguínea y elimina bacterias, levaduras y virus. ¡Siempre hay que diluirlo porque es picante! Recomiendo usar media cucharada de vinagre con medio vaso de agua; aplícalo en el rostro con algodón y enjuagar.
El aceite de coco es un humectante increíble que se desliza sobre la piel y se absorbe con facilidad, lo que te dejará hidratada por horas. Es antibacterial y antimicótico, lo que significa que ayudará a sanar salpullidos, cicatrices, infecciones y brotes de acné. Está cargado de grasas saludables y antioxidantes, así que nutre muchísimo la piel. Úntatelo justo después de ducharte, cuando tus poros estén hidratados y listos. Toma una cucharada copeteada o dos, y extiéndelo sobre tu cuerpo. Para algunas personas, el aceite de coco es mejor para el cuerpo que para el rostro, así que pruébalo primero en el resto del cuerpo y luego usa una cantidad más pequeña en la cara.
El aceite de oliva es un humectante ligero que funciona de maravilla en la cara y es bastante accesible. Es sumamente versátil, y se combina de forma muy efectiva con otros ingredientes. Protege la piel del daño provocado por el sol y del cáncer. Además, es tan suave que ni las personas más sensibles suelen ser alérgicas a él. Úsalo igual que el aceite de coco, con la seguridad de que le sentará bien a tu rostro y a tu cabello. Al seleccionar los aceites (tanto para cocinar como para tu piel) opta por variedades orgánicas, sin refinar, prensados en frío y/o extra vírgenes.
La avena molida o las almendras molidas son suaves exfoliantes que te dejarán la piel como de bebé. Elige almendras si eres intolerante al gluten, pues la avena puede contener trazas de gluten si fue procesada en instalaciones donde también se procesa trigo. Ambos ingredientes calman y alivian la piel, y disminuyen la inflamación (que es la causa de casi todos los males cutáneos). La forma más sencilla de usar es verter una taza de avena en una tina de agua caliente y darte un baño relajante. También puedes utilizar la avena molida como mascarilla solo le agregas un poco de agua y la untas en tu piel, déjala por 20 minutos, y enjuaga con abundante agua.
El bicarbonato de sodio es un maravilloso tratamiento contra las imperfecciones, ingrediente para pasta dental, limpiador profundo para eliminar los residuos de champú del cabello y eliminador de olores (exfoliante para pies). Quizá hayas oído hablar del viejo truco de ponerte pasta dental en las imperfecciones. El bicarbonato de sodio de las antiguas pastas dentales era el ingrediente activo que las hacía funcionar. La mejor forma de usarlo es como tratamiento ocasional para espinillas. Haz una pasta con agua y úntatela sobre la imperfección, o espolvorea bicarbonato de sodio en alguna área del cuerpo apestosa, déjalo tanto tiempo como quieras (tal vez toda la noche) y luego enjuágate.
La miel de abeja elimina bacterias, al tiempo que alivia y humecta la piel. También tiene efecto antiinflamatorio e hidrata los poros. Es un excelente aditivo para cualquier exfoliante o mascarilla, incluso puede funcionar como mascarilla por sí sola. Úntatela en la cara y déjala unos 30 minutos, y después enjuágate con agua tibia. Quizá necesites un baño para retirarla por completo. Ten cuidado a la hora de comprar la miel ya que algunas marcas no son 100 % miel, es más fácil que puedas encontrarla en tiendas de productos orgánicos.
La manteca de karité es un humectante muy rico. Con una porción pequeña se logra mucho y tu piel queda hidratada hasta por un día entero. La manteca de karité tiene un FPS natural de 6 y absorbe algo de radiación ultravioleta. La forma más sencilla de usarla es untarla directamente en el rostro o en el cuerpo, pero es muy espesa y puede tardar en absorberse.
El azúcar mascabado es un excelente exfoliante corporal. Se disuelve con rapidez en el agua y deja la piel limpia y suave. Exfóliate con azúcar siempre que quieras una piel fresca, tersa y brillante. La forma más sencilla de usarlo es en la ducha. También puedes ponértelo en el rostro, pero no lo frotes con fuerza contra tu piel; unas cuantas palmadas bastarán.
La sábila o aloe vera acelera la capacidad de sanación de la piel, la humecta y ayuda a producir células nuevas, además de que combate la inflamación y la picazón, y es alta en antioxidantes. No estoy muy segura de por qué no tratamos la sábila como si tuviera poderes especiales pues en serio los tiene. Es mejor extraer el aloe directo de la hoja de la sábila, cuya planta puedes cultivar en casa; basta con cortar la hoja por la mitad y untarte la savia pegajosa en la piel. También puede obtenerse en forma de gel o jugo en la sección de complementos de tu tienda naturista local.
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